miércoles, 20 de diciembre de 2023

COPLAS DE JORGE MANRIQUE: COMENTARIO DE LAS COPLAS XVI y XXVI

 Copla 16

¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención           185
como trajeron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino devaneos?    190
¿qué fueron sino verduras
de las eras?
    Inaugura la variante temática del desfile militar de muertos ilustres, unos con nombres y apellidos y otros, mencionados genéricamente. Esta copla y las siguientes, situadas en el segundo bloque de contenido de la obra,  están dominadas por las interrogaciones retóricas, como plasmación del tema del ubi sunt. La relación de muertos ilustres está encabezada por el rey don Juan (Juan II de Castilla). A continuación, dos ilustres políticos de su tiempo, los infantes de Aragón (hijos de Fernando de Antequera, rey de Aragón). Ambos eran castellanos y jugaron un importante papel en las intrigas palaciegas de la época. El mayor de ellos, don Enrique, murió en la batalla de Olmedo. Después de estos personajes históricos, el verso 184 inicia las alusiones genéricas, en concreto con los galanes, otra reminiscencia de su poesía cortesana. También en ese verso se inicia la variante temática del esplendor del lujo cortesano, destruido también por el tiempo. 
    En los seis versos siguientes asistimos a un razonamiento lógico-filosófico. Las anteriores hazañas desembocan primero en devaneos y simples locuras y seguidamente en verduras de las eras, una metáfora que significa algo momentáneo y caduco, que se pudre y desaparece,  ya que los vegetales conservan muy poco tiempo su color verde en las eras. Se trata de una metáfora de tipo popular, campesino, que da un valor plástico, concreto a algo tan abstracto como es el poder destructor del tiempo. 
    Los versos 190, 191 y 192 constituyen un nuevo campo léxico-semántico militar. Es una relación de sustantivos que formaban parte de la terminología guerrera de la época. Destaca paramentos, los atavíos con que se cubrían los corceles en los torneos, y cimeras, los penachos de plumas que remataban los cascos. Manrique, con este tipo de expresiones subraya la idea de que ni siquiera el poder guerrero puede enfrentarse con el paso del tiempo.
La vehemencia con que se expresa el autor responde a su intención de mostrar la insistencia en que no hay respuesta que justifique el inexorable paso del tiempo y su poder destructor: nadie puede pararlo ni explicarlo. De ahí la abundancia de anáforas, paralelismo e interrogaciones retóricas, repetidas una y otra vez, así como la extensa enumeración de elementos de la realidad que aniquila el tiempo a su paso. 

Copla 26
Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
y parientes!
¡Qué enemigo de enemigos!
¡Qué maestro de esforzados           305
y valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Cuán benigno a los sujetos!         310
¡A los bravos y dañosos,
qué león!
    Esta copla es parte del PANEGÍRICO (composición de alabanza a alguien, por sus virtudes) que Jorge Manrique hace a su padre y que ocupa un espacio notable en el tercer bloque de contenido de la obra. Una de las figuras literarias destacadas es la ETOPEYA, asentada sobre una ENUMERACIÓN de las cualidades morales de su padre, cualidades que finalizan y se resumen en el último verso, con la METÁFORA HIPERBÓLICA del león, utilizada para dar valor físico, plástico a cualidades abstractas (la valentía y la tenacidad en la lucha). La EXCLAMACIÓN, las ANÁFORAS y los PARALELISMOS son utilizados para reforzar la idea de INSISTENCIA, de REPETICIÓN sobre las cualidades, las virtudes del padre, que son muchas y dignas de admiración.  



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