Se trata de un subgénero poético de origen japonés. Los haikus se escriben, según la tradición, en tres versos sin rima, de 5, 7 y 5 sílabas, respectivamente. Suelen hacer referencia a escenas de la naturaleza o de la vida cotidiana y pueden incluir diferentes figuras retóricas. Su característica temática fundamental es la SUGERENCIA de situaciones que no aparecen explicadas en estos poemas, en los que se rehúye de forma voluntaria de lo evidente:
Este camino
nadie ya lo recorre,
salvo el crepúsculo.
Matsuo Basho (1644-1694)
trad. de Octavio Paz y Eikichi Hayashiya
De no estar tú,
demasiado enorme
sería el bosque.
Kobayashi Issa (1763-1827)
trad. de Antonio Cabezas
¿Es un imperio
esa luz que se apaga
o una luciérnaga?
Jorge Luis Borges (1899-1986)
EL MICRORRELATO:
Se trata de un texto narrativo cuya extensión puede estar entre una línea y una página (mejor, menos). Tiene como ingredientes fundamentales: la brevedad, el reducido número de personajes y situaciones, un alto grado de sugerencia en una historia que el lector debe completar, un título que contiene información fundamental y la sorpresa como elemento que golpea y atrapa al lector, necesariamente activo en la lectura de este tipo de textos.
HABÍA UNA VEZ
Un
apuesto joven llama a la puerta y le pide que se calce la más hermosa
de las zapatillas. En cuanto observa que esta se ajusta al pie
perfectamente, la toma del brazo al mismo tiempo que le dice:
Javier Quiroga
ECOSISTEMA
El
día de mi cumpleaños, mi sobrina me regaló un bonsái y un libro de
instrucciones para cuidarlo. Coloqué el bonsái en la galería, con los
demás tiestos, y conseguí que floreciese. En otoño aparecieron entre la
tierra unos diminutos insectos blancos, pero no parecían perjudicar al
bonsái. En primavera, una mañana, a la hora de regar, me pareció
vislumbrar algo que revoloteaba entre las hojitas. Con paciencia y una
lupa, acabé descubriendo que se trataba de un pájaro minúsculo. En poco
tiempo el bonsái se llenó de pájaros, que se alimentaban de los
insectos. A finales de verano, escondida entre las raíces del bonsái,
encontré una mujercita desnuda. Espiándola con sigilo, supe que comía
los huevos de los nidos. Ahora vivo con ella, y hemos ideado el modo de
cazar a los pájaros. Al parecer, nadie en casa sabe dónde estoy. Mi
sobrina, muy triste por mi ausencia, cuida mis plantas como un homenaje
al desaparecido. En uno de los otros tiestos, a lo lejos, me ha parecido
ver la figura de un mamut.
Jose María Merino
ROSAS
- Soñabas con rosas envueltas en papel de seda para tus aniversarios de boda, pero él jamás te las dio. Ahora te las lleva todos los domingos al panteón.
Alejandra Basualto
PEQUEÑOS CUERPOS
Los niños entraron a la casa y destrozaron las jaulas.
La mujer encontró los cuerpos muertos y enloqueció. Los pájaros no
regresaron.
Triunfo Arciniegas
EL GLOBO
Mientras subía y subía, el globo lloraba al ver que se le escapaba el niño.
Miguel Saiz Álvarez
Ella sube al autobús en la misma parada, siempre a la misma hora, y una
sonrisa mutua, que ya no recuerdo de cuándo procede, nos une en el viaje
trivial, en la monotonía de nuestra costumbre.
Se baja en la parada anterior a la mía y otra sonrisa furtiva marca la muda despedida hasta el día siguiente.
Cuando algunas veces no coincidimos, soy un ser desgraciado que se interna en la rutina de la mañana como en un bosque oscuro.
Entonces el día se desploma hecho pedazos y la noche es una larga y nerviosa vigilia dominada por la sospecha de que acaso no vuelva a verla.
Recogido en Los Males Menores, de Luis Mateo Díez
Se baja en la parada anterior a la mía y otra sonrisa furtiva marca la muda despedida hasta el día siguiente.
Cuando algunas veces no coincidimos, soy un ser desgraciado que se interna en la rutina de la mañana como en un bosque oscuro.
Entonces el día se desploma hecho pedazos y la noche es una larga y nerviosa vigilia dominada por la sospecha de que acaso no vuelva a verla.
Recogido en Los Males Menores, de Luis Mateo Díez
TIRRIA
La vi por primera vez en una fiesta y en
ese instante supe que la odiaría toda mi vida. El perfume de su mirada y el
sabor de su risa no me distrajeron –ni un segundo– de un escote que –aún hoy–
consigue que no pueda soportarla. Me cuesta creer que me pasara toda la noche
pensando en cuánto deseaba verla lejos de mí, en cómo aborrecía el modo en que
aquel vestido de seda se ceñía a su talle. Supe por Alfredo, el anfitrión, a
qué se dedicaba, dónde trabajaba, qué la divertía y que zonas frecuentaba.
Abandoné la fiesta inmediatamente después de ella, sólo para confirmar
–mientras la seguía– la magnitud de la aversión que me suscitaba. Desde
entonces he hecho cuanto ha estado a mi alcance para que conociera mis
sentimientos. Cartas –anónimas– en las que le hablaba de la ojeriza que me
provocaba. Llamadas –muchas, a todas horas– en las que le escupía mi encono.
Finalmente conseguí que aceptara una cita. Aquella tarde, mientras se derretía
el hielo de su café, le juré que esta fobia por ella era la única que había sufrido
en toda mi vida, que nunca había sentido una repulsión así por nadie y que no
sentiría otra igual. Entonces ella me miró a los ojos y –después de llamarme
«tonto»– me juró que padecería la repugnancia que yo le causaba hasta el día de
su muerte..
Recogido en Verde como el hielo, de P. Sánchez Negreira
EL DINOSAURIO
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso
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